Tokischa en la revista Vogue Mexico
Escrito por @LPMRADIO el 03/15/2023
‘La cabra’, se escucha decir a Tokischa Altagracia Peralta al inicio de una de sus sesiones de freestyle, lo más cercano que ha estado de la narrativa de un disco en forma. Los sustantivos no son palabras al aire. Para la introducción de una serie de rimas -a veces improvisadas y a veces escritas con antelación- que muestran su perfecta capacidad para sorprender en el mundo de la música, la artista dominicana decidió describirse en tercera persona. No se trata tampoco de aseveraciones negativas, sino todo lo contrario. Para alguien a quien las críticas le han llovido a granel, autodefinirse parece una labor complicada que en sus manos resulta más un poderoso motor para un empoderamiento que se antoja tan necesario como lo virtuoso que es.
Definir a Tokischa (artista originaria de República Dominicana) como ‘provocadora’ o ‘disruptiva’ a estas alturas de la vida parece ya no ser tan acertado. Con 27 años de edad y poco más de un lustro de carrera artística, la identidad que ha logrado construir es más una reafirmación de su talento que cualquier otra cosa que se le quiera impugnar. Las controversias son de conocimiento general y, si se piensa con cabeza fría, son resultado de una heróica labor por expresar una verdad propia y por generar un arte cuyo valor radica en la honestidad de su autora.
Ese arte eligió el rap, el dembow, el reggaetón y más derivados de lo que hoy se conoce como ‘urbano’ como un hogar, pero el proceso para llegar hasta esos ritmos fue un poco más profundo. ‘De niña escuchaba mucha balada, mucha música romántica en mi casa. Mucha balada y bachata’, asegura Tokischa para Vogue México y Latinoamérica. Es un punto de partida natural para todo latinoamericano que eventualmente elige el camino de la música como su pasión. ‘Cuando empecé a escuchar reggaetón y dembow era más en los cumpleaños, porque cuando empezó a salir el dembow y el rap eran una cosa que no se podía poner a todo volumen, porque era un regaño seguro. Ya después era más grande, en esa etapa de mi vida era una desacata’ y por eso empecé a hacer música divertida, para esos momentos donde una anda en el teteo’.
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Hoy, cuando las listas de popularidad han tomado esos géneros como propios para arrojar una fotografía del momento musical en el que nos encontramos, las experiencias que Tokischa comparte a través de sus canciones son más un acercamiento a la audiencia que simples ejercicios de memoria. Escucharla hablar sobre su crecimiento en República Dominicana no es nada ajeno en una Latinoamérica que no solo comparte historia, sino que también se nutre a través de las experiencias de quienes la habitan. El diálogo está siempre presente y es, tal vez, uno de los mayores aciertos de su música.
‘Yo crecí en el barrio, rodeada de mucha calle. Mi papá es una persona de calle. Ya después, cuando cumplí la mayoría de edad, me fui de la casa y seguí viviendo en el barrio. Me inspiré para hacer música porque era una desacata’, vivía siempre en coro, en la fumaera, en el party, de nota. Entonces empecé a hacer música según el ambiente en el que yo estaba. Pensé ‘si yo soy este tipo de persona, tengo que hablar de este tipo de persona’. Yo no vivo una película, hablo de la realidad de lo que vivo’.
Es una autenticidad que se agradece en tiempos en los que las costuras de la artificialidad de los artistas son cada vez más notorias. Por cada ídolo de plástico hay alguien como Tokischa que lleva su discurso a los terrenos menos explorados y que no se debilita ante la reacción. En ella el miedo no cabe. ‘Siento que estas descripciones realmente no me hacen sentir de ninguna forma, porque yo estoy segura de lo que soy y de lo que hago. Todos esos ‘apodos’ los veo como publicidad, quizá’, afirma sobre todas esas formas en las que la gente ha tratado de describirla. De ella se leen muchas cosas, pero la seguridad con la que hace frente a ellas es admirable.
No es algo que haya sucedido de un día para otro. El crecimiento de Tokischa ha sido palpable y ha estado frente a nuestros ojos todo este tiempo. Musicalmente y con cada nuevo tema que publica se pueden notar virtudes cada vez más aterrizadas y cada vez mejor ejecutadas. En donde antes había una furia descontrolada, hoy se encuentran ingeniosos juegos de palabras que fortalecen cada uno de sus discursos. Los años pasan y a ella le han servido para crecer, también, de manera personal: ‘Soy una persona más tranquila, porque hace años era super agresiva. Soy una persona más paciente, menos salvaje. Hasta más tímida yo diría. Más pacífica. Creo que he mejorado mucho en mi persona, soy más espiritual’.
Durante ese proceso hemos podido admirar muchas de sus facetas, desde sus colaboraciones con superestrellas de la industria musical hasta una efervescencia global por cada uno de los temas a los que hace alusión en ellas. Pero es el apego a sus raíces dominicanas en donde se nota más poderosa. Cuando hace de los sonidos de ese Caribe un lienzo para su arte. No importa que haya llegado a la cima porque siempre encuentra el tiempo para regresar y hacer dembow de alto calibre con personalidades de culto como Leo RD, Yomel El Meloso, Tivi Gunz, Haraca Kiko o Yailin, entre muchos otros.
‘Siempre colaboro con Yomel porque siento que él y yo tenemos una buena química musical. Recientemente colaboré con Treintisiete. Hay nuevos artistas que están subiendo aquí [en República Dominicana], como Ángel Dior que trajo colores nuevos al dembow, Flow 28 también’. Escucharla hablar sobre todos esos artistas es percibir una genuina admiración por la música que se produce en su tierra. República Dominicana no solo es epicentro de grandes autores como Rita Indiana o Ángela Hernández, también es el corazón de un género como el dembow que se las ha ingeniado para desafiar las normas y mantenerse fértil a través de los años.
La escritora Lorgia García Peña afirma que ‘el cuento dominicano del siglo veintiuno es decididamente urbano, transnacional y se enfoca en el individuo y sus relaciones con un yo que intenta entenderse dentro de su entorno familiar, social y/o global’ y es una teoría que bien puede ser aplicada a la música dominicana del nuevo siglo. Ese dembow en el que Tokischa ha encontrado el lugar perfecto para escribir su historia. De la misma manera que la narrativa literaria contemporánea, los narradores musicales de la región ‘desmantelan las grandes realidades o mentiras que forman lo que conocemos como vida, muerte, amor, desamor, familia y nación’.
Una de esas realidades es la sexualidad, uno de los motores más grandes e importantes para la carrera de Tokischa. ‘Hay todo tipo de personas y cosas para cada una de ellas. Tiene que haber de todo. Lamentablemente el que se ofende pierde y da igual. Al final las críticas suman’, asegura sobre la horda de personas que desacreditan su arte a partir de un conservadurismo que se convierte en un punto de partida para su creatividad. Si se abre un espacio para el diálogo, es porque su mensaje ha cumplido su cometido.
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Como muchas otras mujeres en el terreno musical, ella ha sabido hacer de su arte un espacio de poder. Basta voltear hacia atrás y escuchar cada una de sus canciones para encontrar una constante que lo comprueba: la popola (slang dominicano para el órgano reproductivo femenino) es para Tokischa lo que el performance es para Josefina Báez, un símbolo de algo más grande y revolucionario. Una herramienta de representación con la que sus historias toman un significado distinto. ‘Para mí la popola representa poder femenino para todos. Todo mundo ama la popola. Heterosexual, homosexual, mujeres, hombres, todo mundo’.
Podría no ser algo intencional, pero su música parte de ahí para crear himnos que se han convertido en estandartes de una era musical específica que sucede una serie de revoluciones femeninas que lo han cambiado todo. En la mente de Tokischa, cada uno de los tópicos que aborda no podrían ser más sinceros y no podrían estar mejor desarrollados. Cuando rima las metáforas salen sobrando porque para ella lo importante de un mensaje es que se absorba con fuerza y determinación. Su inspiración viene de todos lados: ‘Depende de lo que sienta, de lo que quiera expresar. Hay canciones que salen de un sentimiento personal, hay canciones que salen de una fantasía o del sonido que tenga la pieza instrumental. Depende de dónde venga la idea. Hay canciones que salen hasta de una frase que me diga otra persona’.
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Han sido más de cinco años los que han pasado desde que la escuchamos por primera vez y la espera para un disco debut ha sido larga y sustanciosa. Hay que echar un vistazo a su catálogo hasta el día de hoy para entender por qué. Ahí dentro hay experimentos que se presentan como pequeños eslabones para algo más grande. No es sorpresa que su talento vaya del pop a los corridos tumbados en un abrir y cerrar de ojos, la práctica hace a la proverbial maestra y con cada uno de esos temas la maestría de Tokischa se ha fortalecido a tal punto que, cuando ese disco por fin llegue, no habrá margen de error en su desarrollo.
‘El disco todavía está en proceso, pienso que podría salir el próximo año, quizá. No estoy segura. Es un proyecto muy especial, siento que va a ser el cierre de una etapa que le va a dar inicio a un nuevo comienzo en mi vida personal y a mi carrera también. Estoy muy emocionada. Por ahora estoy trabajando, preparando un pequeño tour que tenemos para este año: voy a estar en Sudamérica, Colombia y Argentina, que no he ido. También regreso a Europa. Estoy preparando un show especial, un poco dramático pero una experiencia que creo que le va a gustar al público’.
Se trata de un tour especial, una serie de conciertos (incluida su presentación en el Axe Ceremonia de este año en México), que vienen después de años llenos de éxito y en un momento en el que el mundo no solo reconoce su nombre, sino también sus innegables virtudes. Será también una nueva oportunidad de desarrollar un show que se aleje de sus ejercicios anteriores, aquellos en donde la dinámica parecía ser más visceral y menos performática. ‘Siento que [el concierto de ahora] es más como una pequeña obra teatral. Sí incluye el teteo, la diversión, el perreo normal, pero ahora estoy contando una historia, estoy teniendo un concepto y enviando un mensaje que espero que se entienda claro. Imagino que, igual que todo, se va a malinterpretar pero lo ideal es que se entienda y que se disfrute’.
Si los años anteriores fueron el inicio de una carrera para Tokischa, lo que viene a partir de ahora se vislumbra como su momento más ambicioso y aquel que reafirmará cada uno de sus talentos. ‘Mucha música, tour, revistas, moda. Un poco de todo’, dice sobre lo que tiene calendarizado hasta ahora para el futuro. Ya no se trata simplemente grabar música para calmar una furia interna como cuando comenzó a robarse las miradas del mundo, sino hacerlo con un propósito más claro y un entendimiento más sustancioso de todo lo que se encuentra alrededor. Las millones de personas que la escuchan no son casualidad, sino consecuencia de una valiente labor. ‘Lo que se está logrando es fruto de todo el trabajo que se ha hecho a través de los años. Estoy super emocionada y con muchas ganas de arrancar este año. Muchas ideas, muchos proyectos’.
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Aquella sesión de freestyle termina mostrando la faceta más humana de Tokischa hasta ahora, una que reflexiona sobre lo rápido que se va la vida y que hace hincapié en ‘apreciar a la gente que uno tiene’. La vemos (y la escuchamos) sincerarse como en ninguna otra de sus canciones. Una vulnerabilidad que complementa de manera perfecta el resto de su narrativa. Lejos de todas las controversias, de todas las críticas y de todas las especulaciones sobre su persona, demuestra que su mensaje va mucho más allá de lo que uno puede ver desde afuera. Hay una sola afirmación que es cierta cuando se habla de ella: Tokischa es alguien real y mientras esa autenticidad permanezca latente, su obra seguirá siendo algo valioso para quien decida acercarse a ella.